Ola
Los españoles comenzamos a padecer lo que llaman "olas de calor", un sin sentido la frase en cuestión porque, la verdad, ola, para mí, evoca frescor, agua, mar y chapuzones. Ya sé que la Real Academia de la Lengua da por buena esa expresión al considerar que ola es también un fenómeno atmosférico "que produce variación repentina en la temperatura de un lugar". Aún así, me quedo con la primera definición que también aparece en ese diccionario "onda de gran amplitud que se forma en la superficie de las aguas".
Pues sí, estamos inmersos en el verano tórrido con el que "disfrutamos" estos últimos años. Leía estos días en un artículo, hablando de los grados de temperatura que se alcanzan en España, que no afectan igual 26 grados en Asturias que en Córdoba. ¡Los que somos del norte sabemos lo que significan altas temperaturas y humedad!
Después de pasar nueve años en Malawi, donde, todo hay que decirlo, el clima es bueno sin demasiados extremos y si por casualidad los hay, muy breves en el tiempo, me destinaron a Honduras. Dejé Malawi a principios de febrero con lluvias fuertes y una temperatura buena, pasé dos semanas en España y, creo, un 25 de febrero, llegada a San Pedro Sula, Honduras, después de una escala en Costa Rica.
Mi primera impresión, y lo recuerdo perfectamente, fue que me faltaba aire para respirar, tan denso sentía el ambiente. El clima tropical tiene esto, una humedad altísima que combinada con una temperatura elevada hacen un tándem perfecto. ¡Jamás imaginé que tenía tantos poros en la piel! Lo de sudar hasta entonces fue "nada" comparado con lo que se avecinaba, hasta el punto de "atrincherarme" en el almacén de medicinas donde había un buen aire acondicionado. Luego las cosas se fueron calmando y mi cuerpo aclimatándose al clima hasta poder lanzarme a la aventura, ¡bendita aventura!, de recorrer cerros y aldeas.
He tenido otras experiencias de calor. En India he dormido con una media de 30 grados sin usar ventilador porque no le sienta bien a mi garganta. En algunos Estados las temperaturas son muy elevadas, pero es un calor seco, donde casi sin darte cuenta te deshidratas, pero, al menos yo, no sudo.
Y cuento todo esto porque por casualidad escuché una entrevista a Fernando Alonso, corredor de Fórmula 1, donde decía que dentro del coche se alcanzan los 55 grados y en cada carrera se llega a perder dos kilos. Lo de perder peso vamos a dejarlo porque ahora que se acerca el verano está catalogado como "tema sensible", lo de la temperatura es distinto. Me impactó ese dato. Cierto que es un tiempo breve, de un par de horas, pero ¡55 grados son muchos grados!
Seguramente en algunos lugares del planeta se llega a esa temperatura y viven con ella. Aún así, el cuerpo seguro manda mensajes. El 23 de julio hay elecciones, no sé cual será la temperatura, lo que sí aseguro es que frío no hará.
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