Espíritu del lugar

Leía estos días una entrevista a un sacerdote jesuita donde hablaba sobre la magia que muchos lugares tienen, y son importantes, bien sea por algo alegre de recordar o por todo lo contrario. En este caso, Robert R. Marsh, SJ, hablaba del sitio donde tuvo lugar la batalla entre el ejército norteamericano y la tribu Nez Pence en su huida a Canadá. Contaba que allí había una atmósfera de tensión y tristeza y mencionaba cómo los lugares se convierten en sagrados, y también, todo hay que decirlo, en horribles.

Me gustó la idea. Siempre hemos tenido lugares que, con solo pensar en ellos o mencionarlos nos evocan algo. Años, muchos años atrás, estuve de acampada por la braña de La Pornacal, en el concejo de Somiedo, en Asturias. De esto, ya digo, hace un porrón de años, es más, creo que ahora acampar está prohibido, pero tampoco lo aseguro.

Por razones que no vienen al caso, esa noche no pude dormir y la pasé sentada fuera de la tienda contemplando el entorno, acompañada por una luna llena que jugaba a esconderse tras las nubes de cuando en cuando. Con esta visión y el cencerro de las vacas rompiendo el silencio de la noche, recuerdo aquel momento como uno de los más intensamente vividos, no sólo por todo lo que me rodeaba sino también por lo que supuso para mí ese momento de contemplación y soledad y de acelerar una decisión que venía pensando.

Después, a lo largo de los años, se han ido sumando  más. Momentos de paz y tranquilidad frente al lago Malawi o noches en los cerros hondureños cargadas de emociones. También ha habido otros espacios donde sólo recordarlos aflora la tristeza, pero de esos no voy a decir nada, mejor olvidarlos.

A veces al llegar a algún lugar sentimos esa corriente que nos hace caer en la cuenta de que allí pasó algo, bien porque la historia se encarga de recordárnoslo o porque lo notamos sin más. Lo que pasa queda, más que escrito, prendido en el ambiente, como si al respirar fueran los pulmones los que nos trajeran las escenas allí vividas. 

La entrevista me ha hecho pensar en "mis lugares" y en tantos otros con nombre propio en la historia. No hay manera de escapar de ellos. Lo bueno o lo malo que haya pasado queda impreso en ese lugar y marcado para siempre. Lo único que cabe esperar es que nuestros lugares se llenen siempre de un espíritu bueno para que nuestro recuerdo se llene de color y esperanza.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Guerra

Coraje

Solito