Bachateando
Hace
un par de años una amiga sevillana que compartía con nosotras un año como
voluntaria en nuestra misión de Malawi entró en mi oficina y me encontró
trabajando y escuchando bachatas. Sorprendida y muerta de risa me amenazó con
hacer saber que yo, no sólo escuchaba sino hasta
cantaba ese ritmo caribeño. Ante semejante “amenaza” le respondí que podía
decir, incluso que publicara, que hasta las bailaba en la soledad de mi
habitación.
No,
no bailo bachatas, y de eso puede dar fe mi gente hondureña que intentaron
enseñarme y creo, estoy segura, lo dejaron por imposible, pero disfruto con la
música bachatera, con esas canciones trágicas de amor y desamor, de
confidencias y traición.
La
vida es pura bachata. Se lo decía a alguien hace unos días. Me contaba las
dificultades que tenía, cuánto le costaba aceptar a la gente con la que vivía,
lo difícil que se le hacía entender las ideas, las opiniones de los otros… Escuché,
intenté animar, hacer caer en la cuenta de que a todos nos cuesta la
convivencia; que a veces necesitamos ceder, ver las cosas desde el punto de
vista del otro… En fin, traté de compartir mi propia experiencia para terminar
diciendo que “la vida es pura bachata, o la vivimos bien o nos mata”. Imagino
que a estas alturas andará buscando bachatas para entender qué quise decir.
Si
miro a mi alrededor siento que las circunstancias nos pueden, que este mundo
herido por las guerras, la violencia, la soledad y el desarraigo ha puesto nuestra existencia entre la espada y la pared.
Y,
sin embargo, como en las bachatas donde siempre hay alguien hundido dispuesto a
renacer de las cenizas, en medio de tanto “desorden” en el que vivimos, surge
la esperanza y la fuerza de dejar el pasado y trabajar por el futuro. No
podemos ceder, hay motivos para encarar la vida con ilusión, con ganas, con valentía.
No
dejemos que la vida se convierta en una historia propia de las bachatas y si
tiene que ser que sea con final feliz. Cambiemos el ritmo y el mensaje y hablemos de amor y esperanza, de ilusión y alegría... aunque al escribirlo no es que me sienta demasiado entusiasmada por la posibilidad de lograrlo. Se ve que también yo, al más puro estilo bachatero, me dejo arrastrar por la duda, la desconfianza y el desamor.
Comentarios
Publicar un comentario