Salud mental
Hace
unos días por culpa de un susto que se quedó en eso, en un susto, pasé varias
horas en las urgencias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Mientras
estuve allí viví el ir y venir de médicos, enfermeras, auxiliares, celadores,
pero sobre todo de pacientes y, entre estos, los que sufrían alguna enfermedad
mental.
Allí en el Clínico escuché los problemas de alguien inmerso
en una depresión profunda para quien la única solución a sus problemas había
sido tomarse un coctel de pastillas. También vi el sufrimiento de una madre acompañando
a su hijo, supongo que esquizofrénico, que no dejó de hablar ni un solo minuto
mientras nos pedía que nos calláramos, cuando no hablábamos, porque tantas voces le molestaban. Y
por último oí, perdón, oímos, las voces de quien desde una cama en el pasillo llamaba
de todo al personal médico, y no guapos precisamente, y se negaba a dar ninguna
información sobre él porque “era libre y hacia lo que quería…”
En mi entorno hay personas que sufren este tipo de
enfermedades. Es frustrante, es doloroso, pero por encima de todo está la impotencia
por no poder ayudar y por sufrir también las crisis de quienes padecen este
tipo de dolencias. Intentas entender, decir una palabra, cuando alguien está fuera de control,
dar un gesto de cariño y acabas estrellándote contra un muro de incongruencias,
de sin razón, de reproches, de, en definitiva, sin sentido.
No es fácil entender ese mundo. Reconozco que muchas veces
acabo con tal irritación, después de escuchar barbaridad tras barbaridad de
alguien inmerso en ese mundo, que necesito de toda mi energía para salir de ella.
Es cierto que, en los casos que conozco, cuando la medicación está ajustada, viven
sosegadas y serenas, son personas encantadoras, amables, serviciales…
Iñigo Errejón y yo no tenemos nada en común, salvo que no sé
por qué razón me cae bien. Siempre digo que si algún día me lo encontrara en la
calle le saludaría y se lo diría. Ideológicamente no podemos ser más dispares y
sin embargo le veo como una persona segura de sus convicciones y decidido a defenderlas,
y aunque no este de acuerdo, valoro esa actitud. En marzo del 2021 pidió al
Gobierno, desde el Congreso donde es diputado por Más País, un plan de salud
mental.
No cerremos los ojos ante esta realidad. Ya no es sólo que estemos nerviosos, que lo estamos, o que cambiemos de humor con más frecuencia de la que querríamos... Por desgracia cada vez son más frecuentes los episodios de depresión, de ansiedad, de reacciones descontroladas... Y no, no estamos todos locos, pero sí, cada vez más gente a nuestro alrededor necesita ayuda y esta pandemia los ha vuelto más vulnerables.
Y como punto final, mi admiración y agradecimiento al personal de urgencias del Hospital Clínico. Un gracias enorme para todos y mucho ánimo, lo necesitáis.
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