Lluvia

Se ha puesto a llover en Madrid y me ha hecho recordar otros tiempos, volar a otras épocas donde me he visto de muchas maneras. La lluvia me lleva a la niñez, a la humedad que se sentía y penetraba los huesos; a las carreras con madreñas por el pueblo, al barro y a la nieve. 
Cuando estuve en Malawi deseaba la lluvia, la esperaba con ansiedad, sobre todo la primera, esa que empapa la tierra y le arranca un olor único, fuerte, poderoso que hacía que mis pulmones se llenasen de frescura, se esponjasen.
Habiendo nacido en Asturias tengo que reconocer que en mi infancia y en mi juventud no valoraba la lluvia. Tuve que salir de mi región y andar por los caminos africanos para darme cuenta de lo que significa, para desearla de verdad y dejar de quejarme cuando llegaba.
En Malawi, muchas veces intenté con las niñas de nuestro centro llevar el agua en la cabeza y lo que conseguí, a parte de un rato gratuito de diversión para ellas, fue empaparme de la cabeza a los pies. Siempre lo he dicho, no me importa vivir sin luz, de hecho, he vivido muchas horas sin ella; no me importa cocinar sin gas, pero aprendí a sufrir por la falta de agua.
En Chocó, Colombia, estuve un tiempo en la misión de Tadó. El agua de lluvia la recogíamos en tanques colocados en el tejado de la casa y de allí iba a duchas y baños. Un calcetín filtraba el agua: colocado en torno a la cabeza de la ducha evitando que mosquitos y otros insectos se colaran con el agua. Al finalizar, como un ritual, había que lavar el calcetín y dejarlo listo para ser usado de nuevo.
En India, muchas de nuestras misiones enfrentan problemas de agua, el suelo se ha secado y los pozos también. En una de nuestras misiones en el estado de Telengana hay que recoger agua en un cubo para poder ducharse porque si la utilizáramos directamente de la ducha nos quemaríamos: las altas temperaturas calientan el agua de tal manera que no puede usarse. En otra misión, en el estado de Kerala, la falta de agua te enseña que con un cubo normal de agua puedes bañarte dos veces al día y hasta te sobra.
Y en Honduras entendí qué significaban las peticiones que se hacen de agua potable en casos de desastres naturales. Una tormenta tropical reventó las tuberías del agua y nos dejó sin ella mientras llovía y llovía en el exterior.
Sí, que llueva pero que esa lluvia no cause desastres sino que alivie ayude a este reseco planeta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Guerra

Coraje

Solito