Adolescencia

Sí, yo también tengo algo que decir sobre Adolescencia la serie inglesa de la que tanto se habla estos días. Sí, a mí también me han impactado esos cuatro capítulos donde se narran trece meses en la vida de un adolescente acusado de matar a una compañera. Sí, a mí también me impresionó la actuación de Owen Cooper como Jamie Miller, sobre todo ese tercer episodio donde asistimos a un cara a cara con su psiquiatra. Pero sobre todo, sí, a mí también, cuando terminé esos cuatro capítulos, me quedó una sensación de preguntarme hacia dónde vamos, qué educación estamos dando, qué valores transmitimos a quienes tendrán en sus manos dentro de unos años el gobierno, la sanidad, la educación... de nuestros países.

Adolescencia no sólo te lleva a pensar en cómo viven nuestros jóvenes hoy sino hacia donde va este mundo en el que sin redes sociales te sientes aislado, fuera de lugar. He pensado mucho sobre el mensaje que manda la serie, en el ambiente familiar que nos muestra, unos padres que dejan hacer; en el ámbito educativo que nos enseñan donde el poder está en los alumnos y no en los profesores, y, sobre todo, en un carácter, el del protagonista, que por su edad cambia, se altera, se suaviza, se muestra inestable. 

Una misma hace su propio itinerario personal desde la angustia, en el primer capítulo por la detención de Jamie, pasando por la sorpresa en el colegio (quién conoce el lenguaje de los corazones), hasta llegar a ese diálogo entre Jamie y su psiquiatra (para mí el culmen de toda la serie). Al final, llegas a ponerte en el lugar de los padres y preguntarte tú misma en qué momento se torcieron las cosas, qué pasó para llegar a esa sorpresa y decepción.

Los juegos en las redes han hecho de la muerte un paso para conseguir puntos y llegar más lejos. Se mata jugando porque así nos posicionamos mejor de cara a quienes juegan contra nosotros. Y escuchamos decir "mejor lo matamos porque nos estorba", o "mata en silencio" para que otros no se enteren e impidan la jugada.

La muerte no es un juego, la muerte es final y lo es para todo. Cuando se llega a esa edad que pone punto final a la infancia (y cada vez se llega más pronto) y se inicia la adolescencia deberíamos ser capaces de explicar qué significa morir, qué supone y no ocultarla por miedo al sufrimiento. Vida y muerte van unidas, la una sin la otra no tiene sentido aunque las redes nos inviten a relativizar una en detrimento de la otra. 

Lo que no transmitamos hoy lo pagaremos en el futuro. Recomiendo Adolescencia y que cada uno saque sus propias consecuencias, a mí no deja de rondarme la sensación de que poco estamos haciendo por estos jóvenes perdidos en los mundos de internet y sus redes.



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