Lluvia
Se ha puesto a llover en Madrid y me ha hecho recordar otros tiempos, volar a otras épocas donde me he visto de muchas maneras. La lluvia me lleva a la niñez, a la humedad que se sentía y penetraba los huesos; a las carreras con madreñas por el pueblo, al barro y a la nieve. Cuando estuve en Malawi deseaba la lluvia, la esperaba con ansiedad, sobre todo la primera, esa que empapa la tierra y le arranca un olor único, fuerte, poderoso que hacía que mis pulmones se llenasen de frescura, se esponjasen. Habiendo nacido en Asturias tengo que reconocer que en mi infancia y en mi juventud no valoraba la lluvia. Tuve que salir de mi región y andar por los caminos africanos para darme cuenta de lo que significa, para desearla de verdad y dejar de quejarme cuando llegaba. En Malawi, muchas veces intenté con las niñas de nuestro centro llevar el agua en la cabeza y lo que conseguí, a parte de un rato gratuito de diversión para ellas, fue empaparme de la cabeza a los pies. Siempre lo he ...